El agua deslava las enaguas del pino que te resguarda.
y tu
diva,
soberbia,
estoica,
contemplas la roca, las algas y las hojas secas que por el río flotan.
observas la hiedra que trepa por el cedro, mas no la tocas.
la sigues hasta la cumbre y disfrutas el sol
sientes el halcón a medio vuelo,
al chupamirto posando frente a la curuba,
a la trucha en el rio,
al ajolote escondido bajo una roca,
a la araña saltarina tejiendo su trampa,
sientes la noche y su mil estrellas,
al alba con su musgo mojado,
y al silbido del zorzal.
Ya nada te asombra, ya nada te asusta,
serena y libre tu alma divaga.
entre el ayer, el hoy y el mañana,
te has vuelto todo mas no eres nada.
Un día de verano después de las lluvias
algo diminuto comienza a pulsar.
Al pie de un gran Pino que el río acaricia
un nuevo helecho se forma y empuja la tierra
peleando su derecho a existir y a la vida
crece frondoso limpiando toxinas.
Una vieja alma limpiadora de karmas.